Museo Diocesano
03.06.2016 / 19,00 h.
Museo Diocesano
03.06.2016 / 19,00 h.
La primera fotógrafa que me cautivó fue Julia Margaret Cameron. Amo la fotografía por ella: me gustaron sus retratos, que fuese capaz de organizar un montaje teatral para fotografiarlo o que encendiese hogueras para tamizar la iluminación. Después vino Man Ray: me gustó aquella espalda desnuda en forma de instrumento musical, viola o violoncello, sus retratos de Lee Miller, la pasión por su belleza, que también era la mía aún después de muerta. Robert Mapplethorpe me cautivó, pero no por sus fotos escandalosas sino las del amante del clasicismo que esculpe con la luz, el hombre sojuzgado por las flores y algunos rostros. Y después vinieron Cristina García Rodero, Walker Evans, Dorothea Lange, Leopoldo Pomès, los franceses, que tanto me fascinan, Robert Doisneau, EdouardBoubat, Jean Dieuzaide, Willy Ronis, Jean-LoupSieff. Y vinieron los nuestros: Avellaned, Navarro, Aurelio Grasa, Gerardo Sancho y Juan Mora (de un cruce de ellos nació mi Patricio Julve) y Lucas Cepero. La vida me puso al lado de muchos fotógrafos: solo voy a decir uno más, Rogelio Allepuz, en ‘El día de Aragón’ y en ‘El periódico de Aragón’. Aprendí tanto de él que me daba cuenta de que cada foto era una extraña forma de vida, un cuento de ejecución vertiginosa, un retrato que decía menos de lo que sugería.
Antón Castro es escritor y periodista. Coordina el especial ‘Artes y Letras’ del Heraldo de Aragón.