Fotografía: Laura Amado, Soy así, Open Gran Formato 2022.
Diseño: Barbitania
Fotografía: Laura Amado, Soy así, Open Gran Formato 2022.
Diseño: Barbitania
Vivimos en el mundo de los eventos llenapistas donde lo único importante son los números, pero olvidamos que con ese criterio descubrir algo se vuelve imposible. Y, sin embargo, buscamos emociones exclusivas, únicas e intransferibles… exactamente igual que esos mil trescientos que tiene a su lado. Habría que ir pensando qué es lo que se quiere, al margen de likes, impactos económicos y repercusión, si queremos experiencias o queremos reverencias. Y mientras cada uno va a lo suyo, nosotros a lo nuestro: apostar por la fotografía, por las historias que cuentan cómo son los lugares que habitamos o buscar herejes, que alguno queda.
Y es que aquí cada uno tiene su pedrada, aunque los peores son los que no tienen diagnóstico, todo el día saliendo en pantomima full. De los diagnosticados, nos quedamos con los fotógrafos. Gente seria, capaces de participar en festivales de lugares remotos, de intentar vender fotos o de enfocar al cielo azul. Poca broma. Algunos sostienen que es la necesidad vital de contar historias, otros que si la pulsión escópica y hasta alguno dice que es por ligar, que ya es optimismo. Y sin embargo, el festival se muestra como lugar de encuentro, de intercambio, de conocimiento e incluso de ciertas ingestas, no siempre intelectuales. De la combinación de los anteriores factores se obtiene una simpar mezcla que lo mismo termina en debate y reflexión que en urgencias, por no hablar de documentar gráficamente la realidad, entelequia sin asumir aún por la mayoría.
La fotografía tiene ese atractivo de lo imprevisto, de azar domesticado, de acto mágico que construye narraciones. A veces puede parecer una cuestión de fe, pero hay que recordar que nadie puede querer lo que desconoce y el paso previo al descubrimiento es siempre el de la búsqueda. Iniciar algunos viajes es arriesgado, ya lo dijo Shackleton, pero de esa incapacidad del ser humano por permanecer quieto en una habitación emergen tanto las cosas que se ven en este festival como sus lecturas. Nuestro objetivo es llenar la calle de fotos, las salas de gente, los actos fotográficos de participantes y las cabezas de preguntas. Parece fácil, pero tendría que ver qué cabezas encuentra uno, señora, metes una pregunta y te sale el noveno mandamiento. Un sindiós.
Y sin embargo está el inefable placer de la comunión fotográfica, hecho que acontece en algunas ocasiones cuando se dan las circunstancias adecuadas. Se produce durante los festivales, espacios donde la fotografía protagoniza el acercamiento cultural que las actividades de creación artística propician. En ellas sus creadores describen sus mundos estableciendo narraciones que muestran esas interpretaciones de la realidad que llamamos miradas y que serán extrañas, emocionantes o hirientes, pero que nos enfrentan a mundos interiores, propios o ajenos. Y en último extremo, ya sabe: viaje por festivales pequeños, son más fáciles de visitar.
ANTONIO LACHÓS
Foto: Pilara Vicien. Colectivo Afib – Bfoto
Foto: Pilara Vicien. Colectivo Afib – Bfoto