El fotógrafo y la tierra

Barbastro Foto, BFoto, organizado por la Asociación Fotográfica y de la Imagen de Barbastro (AFIB), en apenas un lustro se ha convertido en una ciudad de referencia de la fotografía. En una ciudad en permanente estado de conmoción, búsqueda y emulsión. Ofrece continuas apuestas en temas, exposiciones, talleres y conferencias. Se aprovechan al máximo los espacios y se generan debates, puntos de vistas, tertulias de creación y convivencia. El Vero es el mejor espejo de los jóvenes creadores, esos incomodados a los que en Barbastro se les llama emergentes. También podrían ser rebeldes de la luz, cazadores de imágenes o investigadores del concepto visual, porque de todo hay.

Este año, el BFoto se centra en un término amplio: Rural. Las cosas del campo. La exuberancia del verdor. La vida en las afueras. Barbastro tiene mucho que ver y mucho que mostrar. Existen grandes creadores de paisajes como Ansel Adams o el propio Eugene W. Smith, desde Dorothea Lange, que explora también la emigración, a Gabriel Cualladó o Sanz Lobato. O incluso Cristina García Rodero, que fijó para siempre el de una niña en las eras, sobre el trillo. Entre nosotros, podríamos pensar en Ricardo Compairé, Nicolás Viñuales o Enrique Carbó. Rural es un término muy polisémico: alude a los Monegros, a las tierras de cereal, a las montañas, a las extensiones de viñedo, a una forma de existencia fascinante que parece extinguirse. Hay que combatir la España vacía, como dijo Sergio del Molino, y hallar en contacto con la naturaleza el arrebato del futuro, la historia aún no escrita ni fotografiada de nuestra supervivencia. No hay que decirle a la gente qué debe hacer, pero a veces el grito de una imagen nos recuerda que el hombre es agua y tierra y que, tarde o temprano, regresa a sus orígenes.

Fotografía de Vicente Almazán.