Rural: epílogo

Rural: epílogo

Nos ha salido el niño rural, vaticinaba el padre tras el parto, mientras la madre rompía a llorar desconsolada. Y con ese pecado original se iniciaba el camino de la vida. Muchos siglos de adoctrinamiento, de asunción de roles permiten la aceptación acrítica de un relato que posibilita un determinado estatus quo intelectual, como si el comportamiento de los habitantes de la ciudad se estudiase desde la sociología y el de los pueblos desde la etología.

La ruralidad, como todos los comportamientos de grupos minoritarios, ha sido definida por grupos normativos que son quienes generan normas y representaciones de manera eficaz y está repleta de prejuicios y simplificaciones que siempre caen en el pintoresquismo o en la incapacidad tecnológica e intelectual. Rural, ese entorno que nos pertenece por el mero hecho de formar parte de él, está y ha estado  rodeado siempre de connotaciones negativas. Desde el aldeanismo, la  incapacidad de supervivencia sin ayuda exterior  o la escasa alfabetización, los prejuicios han definido una cosmovisión y han construido axiomas perennes.

Y no se trata de mirarse en el espejo con la benevolencia propia de las inanes redes sociales virtuales, la ruralidad está en El camino, pero también en Dogville, certeros retratos de una forma de entender el mundo que permanece inalterada, refractaria y extraña. Aunque ese mismo mundo cambie rápidamente, esa supeditación a las leyes de la naturaleza supone también, pese a todo, una forma de adaptación. Mientras, el etnocentrismo inherente a los entornos ciudadanos es incapaz de comprender que en la naturaleza que ha sido y será, exceptuando este paréntesis antropológico, las ciudades son, ni más, ni menos, lo mismo que el recurso cinematográfico: espacios fuera de campo.

Diferenciar el uso de los verbos plantar y sembrar define la cercanía del hablante con un entorno rural, su pertenencia o no a él. Utilizar el comparativo que tiene al hombre y al pasado como medida de todas las cosas y nunca el superlativo, también. En Paysans de Raymond Depardon una respuesta  precisa la pertinencia del trabajo fotográfico sobre el mundo rural: porque estás aquí. Es suficiente.